Graciela

GRACIELA

"Cada pinche humano es una puerta.Todos los putos son putos para mi.Toda la mierda es mierda...yo creo en la reencarnacion.Algun dia sere puerta...."

ABRIO DESPACIO LA PUERTA. Caminó indecisamente hacia su cuarto, pero en la penunbra tropezó con algún objeto y soltó una maldición. Encendió la luz. Observó el cuerpo desnudo de Graciela en su cama.
Mordió el labio inferior.

- Vienes borracho… - dijo Graciela, triste, tímida. Ansiosa de estar con él. Desde la primera vez que lo vió jugar con la figurita de barro en la alfombra lo amó. No ha podido saber por qué Loomis es así, no lo comprende, no lo entiende. Le asusta a veces la manera en que se comporta. Como que no la ama. La imbécil tía Claudia siempre la riega, ya sabe que Loomis no la puede ver. La odia. Y sin embargo parece disfrutar molestando hasta la saciedad de Loomis. Sí, lo molesta con su sola presencia. Loomis la odia. Pero no entiende por qué, por ejemplo, el llega borracho y no le hace caso (como hoy). En lugar de eso, toma las tijeras de el buró y empieza a trasquilarse su cabello.

Graciela le detiene la mano.

- No… no lo hagas, Loomis, por favor…ya no sigas…

Con el codo golpea el estómago de Graciela. Ella cae en la cama pero aún así trata de detenerlo. Loomis está ya casi sin cabellos. Grotesco. Sombra inútil de otra sombra.

El llanto de Graciela. Es entonces cuando él sonríe. Es una sonrisa tan ancha que le sangran las orejas. Y su voz es gruesa, inconfundible voz de idiota, burlesca, marcada ironía de su persona, de su ego.

- Plus, plus, plus, --------------¿bueno?

¡hola! ¿quién habla? ¿quién? Je, grey, mira, grey, es la abuela, grey, qué le digo, qué le digo…

(Graciela llora…
-Dile…que me duele…una uña…
y que se te cayeron las ampollas del cabello…)

Loomis se levanta. Baila al son infantil, aplaudiendo: “la-gra-cie-la, la-gra-cie-la es pu-ti-ta, la-gra-cie-la, la-gra-cie-la es pu-ti-ta… uuuh…”

(Graciela llora…

-Dile que el niño está bien…que lo enterramos en un hoyo que hiciste debajo de la cama …dile…)

Pero Loomis se pone serio. Aunque llora también, dice:

Escucha Graciela: Los pájaros no tienen plumas como todos creíamos. Hemos sido engañados. No comen alpiste. Yo los he visto. Comen pedacitos de vidrio en los basureros. Las plumas son dientes de niños violados por sus tías y compañeras de juego. Las plumas son dientes ensangrentados que los pájaros cagan en las jaulas oscuras. No, el destino cuantas veces dice ser destino pero anteponiendo la máscara del fracaso a cada pájaro, a cada señor que use lentes y guste de las niñas que salen de el colegio y que gritan en el último piso del edificio para ver si es cierto que las palabras forman una escalera hacia las nubes. Y cae mi voz gritando también un presente. Meditar y asomarse a la ventana para admirar el reclamo triunfal de una esperanza. Así. Ya. Muerte. No, ¿ves? Nos atrae la pasión se sabernos seres humanos en nuestras pequeñas vidas y sin embargo no sabemos que el amor es una risa encerrada en cualquier frasco de laboratorio. Porque la barba crece en la cara, por eso no más camina el hombre, y si estuvieran sus patas arriba la espada estaría sin nombre en cada lugar llegado a su esperanza ¡cochino maldito embustero! Yo pensé que el sol era el día y no la barba arrumbada en un espejo. Tengo una deuda con la lombríz (donde los intereses creados se convierten en infantiles) los señores cocinaron sus zapatos, el terror se enfermó de paperas, ciertas costumbres gritaron su nombre, la canción se derritió en la boca, quizá la saliva se transforma en palabra y tú ¿me observas? Destruyes el pastel del cumpleaños, furiosa, encabronada, ardida, antiguos detalles muertos… yo sigo jugando con la lombríz… Graciela, escucha, deseo no volver a correr sobre un espejo. Ya no quiero entrar a las tiendas a preguntar el precio de unos pantalones. Ya no deseo masturbarme imaginando tu sombra desnuda. Ya no deseo recoger pedazos de saliva seca de las banquetas ni chupar más pantaletas puercas. No, ¡No deseo destruír los muros que soportan mi voluntad amarga, no deseo más mi deseo!

(La muerte respira los nombres…
mi nombre no vagará en el pulmón de ninguna muerte…

Epitafio: deseo decir mi grito, última angustia color mierda…)

(Graciela triste…
- Dile…que las manzanas son de agua… que yo soy agua… dile que los recuerdos son manzanas… a veces un recuerdo podrido echa a perder los demás recuerdos… anda, dile… yo soy recuerdo…)

Loomis la abraza.
Los labios se golpean.
Dos lenguas se hunden en la oscuridad del encuentro.

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"Graciela,amor,una noche necesite morir.Yo fui el unico que no aplaudi,señor.Mister Maxwell,estoy seguro,temblara el pensar en mi,al pensar en otra indestructible pesadilla...."


"Las plumas son dientes de niños violados por sus tias y compañeras de juego.Las plumas son dientes ensangrentados que los pajaros cagan en las jaulas oscuras"

 

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|sounds|Oasis|???|???|???|

Nadie tiene ganas de llorar